Érase una vez...
Joya románica del año 848, es considerado uno de los monumentos más enigmáticos y armoniosos de la historia de la arquitectura occidental. Primero residencia del rey Ramiro I y luego templo cristiano, hoy Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (1985). Luce la esbeltez de sus dos niveles, la de sus altivas columnas y la de la bóveda central o de la cripta de medio cañon. Mención especial se merecen las dos fachadas de los extremos, totalmente simétricas excepto en la planta inferior, dividiendose en tres zonas horizontales, cada una con una estructura diferente pero formando parte de un diseño común de proporciones áureas bellísimas. En la concepción del monumento hubo un planteamiento previo de cuadrículas en un rectángulo de 6 m por 20 m y trazados geométricos sobre ellas, es decir, con un fino uso de regla y compás se fueron determinando las medidas y proporciones de los diferentes elementos (Según estudio del Lorenzo Arias). Cabe recordar que esta forma geométrica de proceder era una sabia metodología para ir construyendo en el lugar, dado que los proyectos de edificios no fueron usados hasta el siglo XIII.
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